miércoles, junio 26, 2013

LA SEGUNDA OPORTUNIDAD (XII)

El 22 de marzo de 2007 publiqué este artículo en Hormigaciones que, según Blogger, sólo tuvo una visita. Creo que sigue siendo actual, porque auguraba una manera de ver cine que se muere. Por ello creo que merece una segunda oportunidad.


LOS QUE NACIMOS CON EL CINE

Rafael Alberti no nació, cronológicamente, con el cine, a pesar de que lo dejó dicho en un famoso verso; vino al mundo siete años más tarde de que Louis y Auguste Lumiere proyectaran, por primera vez, una película, en un salón de la Societé d´Éncouragement, titulada "La salida de obreros de los talleres Lumiere en Lyon Monplaisir". No duraba más allá de quince minutos, pero aquellas primeras imágenes en movimiento, que un grupo de privilegiados vieron el 22 de marzo de 1895, fue el germen de un novísimo mundo de sueños en el que todos los que nacimos después, el poeta gaditano incluido, hemos entrado con notable gusto y sin remisión.
Me apasiona el cine aunque, cada día, vaya menos. Hubo un tiempo en que anotaba el número de películas que había visto en un año, la mayoría en sesiones continuas donde aún se podía fumar y la gente comía pipas y los novios se iban a la fila de los mancos y todo tenía un sabor antiguo y popular, con el NO-DO pasado de fecha y los cortes de rigor.
En la mili, ponía el proyeccionista la mano para censurar alguna escena y todos los sorches nos poníamos a silbar y, en algunas salas, simplemente se desenfocaba la imagen ante la desaprobación general.
Tiempos grises, sí, pero tiempos en que las historias de las películas nos transportaban a mundos con los que, un día, soñábamos tocar con la mano.
Hoy todo es distinto; no digo ni mejor ni peor; simplemente distinto, porque las opciones de ver cine son múltiples y éso lo hace más atractivo pero, también, más comercial, en el peor sentido de la palabra.
He buscado en YOUTUBE la famosa primera película de los hermanos Lumiere pero sólo he encontrado "La llegada de un tren a la ciudad", proyectada, un año después, en un café parisino.
Algunos de los que la vieron salieron huyendo porque pensaban que la locomotora les iba a arrollar.

Felipeángel (c)


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