lunes, mayo 06, 2013

LA SEGUNDA OPORTUNIDAD (VIII)

Como no hay regla sin excepción ni podemos decir que este cura no es mi padre, traemos hoy a "La segunda oportunidad" una entrada que  no se acoge a la primera norma, la de haber recibido una visita o ninguna; todo lo contrario; según Blogger ha tenido 49, que tampoco son demasiadas, las cosas como son; sin embargo, es la rabiosa actualidad cultural  lo que convierte a este artículo en "oportuno". 
Desde hace unos días Salvador Dalí es la nueva reinona del Reina Sofía; su exposición antológica ha conseguido que volvamos a ver colas ante las puertas del Museo de Arte Moderno madrileño. Su arte, su manera de ver la vida, su genio siguen interesando vivamente, no sólo a quienes lo han  admirado  durante años sino a las nuevas generaciones ajenas a las vanguardias.
El artículo al que hoy damos una segunda oportunidad se titula "Pongamos que hablo de Dalí". Se publicó en "Hormigaciones" el martes, 23 de enero de 2007. Dice así:



Nació a la pintura pintando las paredes de su casa con la mierda, aun caliente, de sus deyecciones y ya no supo parar porque su imaginación iba mucho más lejos de lo que estaba al alcance de sus manos, y donde antes había dedos y excrementos ahora tenía pinceles y colores, y pintó paisajes, repintó las puertas y se pintó a sí mismo porque descubrió que el cuerpo, al final, termina siendo el mejor de los lienzos cuando lo que importa es expresarse, convencer, ser.
A partir de ese instante de mística revelación se entrecruzaron sus obras y sus miedos. Cuando oteaba el mar presentía un nuevo atisbo de belleza y cuando miraba su pene no veía, desde luego, el de Rasputín. Le daba pánico acercarse a las langostas, aborrecía a las hormigas pero le gustaba el sabor de la sangre y la íntima y solitaria masturbación.
A veces oía el canto de sirena de la tramontana pero nunca atravesó la barrera de coral de la locura ni fue, como tantos otros creadores de entonces, un joven tuberculoso que empezaba su carrera a golpe de pinceladas de tos; porque los dioses, créanme, no tosen y, si pintan, lo hacen como los ángeles, son los guardianes de la memoria blanda y el pan duro, del tiempo camembert y del esperma con moho.
Cuando quieren consiguen que las jirafas ardan como hermanos en guerra y que los cuerpos desnudos nos desvelen la oquedad de sus cajones; cuando sueñan, lo real es un mundo comestible de huevos fritos o un taxi lluvioso o un asno podrido de dolor.
Tan divino como escatológico, con una cultura anal más exquisita que un poema lorquiano, el salvador del arte encontró en Gala el amor a los microbios y, en el surrealismo, la llave de su éxito.
A partir de entonces amó al dinero más que a Picasso, tuvo el mundo a sus pies y a Franco en la retaguardia; su egocentrismo alcanzó las cotas más altas de la soberbia y su cuenta corriente el rango de un potentado de las finanzas.
Al final, no fue otra cosa que un viejo enfermo al que los buitres fueron quitando su salud y su hacienda; un pobre viudo desconsolado sin consolador, con cara de quijote al que casi le devora el fuego y la perfidia ajena.
Descanse en paz si es que le dejan.

Felipeángel (c)

(Tal día como hoy, el 23 de enero de 1989 murió Salvador Dalí en su Castillo de Pubol)


No hay comentarios: